sábado, 31 de mayo de 2008
Porque está ahí, así de simple.
Fotografía: http://www.acrossthedivideexpeditions/ A muchos de los valientes que se han decidido a escalar el Everest les preguntaban que por qué arriesgaban sus vidas para subir a la cumbre más alta de nuestro planeta y muchos respondían: En la civilización postpostmoderna en la que vegetamos todo se complica, todo se enmaraña, hasta que el caos se ha convertido en el hermano inseparable de nuestras vidas. El caos en el trabajo donde hay que poner una vela a Dios, otra al Diablo y otra a cualquier incompetente. El caos en la familia donde se traslada muchas veces el caos laboral y donde, incluso las relaciones de amor más puro, se contaminan por el caos impuesto por el marketing que nos bombardea constantemente desde los medios de comunicación. Nos hemos convertido en caóticos seres consumistas en los que el alma ha sido sencillamente enterrada en el hormigón armado del mercado. En los que los ideales han quedado para algunas películas denominadas cursis. En los que los principios quedan aniquilados bajo el yugo de nuestras múltiples hipotecas. Estamos hipotecando nuestros ideales, nuestra capacidad de amar, nuestra existencia y lo que es más grave, nuestra posibilidad de alcanzar la tan ansiada Felicidad. Algo tan sencillo como querer a nuestro prójimo tal y como es, sin pretender que se transforme en nuestro otro yo. Algo tan simple y tan complicado a la vez que practicar la empatía, el ponerse en la piel del otro para tratar de comprenderle en lugar de prejuzgarle para tratar de eliminarle. Desde los Everest que tenemos cerca, desde las alturas que nos rodean, podemos un día, en el silencio y la tranquilidad de un amanecer reflexionar al contemplar la belleza que nos rodea y lo minúsculos que aparecen los árboles, las edificaciones, los automóviles, las personas... Es todo más sencillo que todo eso. Procura no hacer el mal y si puedes haz el bien. Procura ser humilde de verdad y nunca te lo creas aunque hayas alcanzado lo que hoy está considerado como el triunfo. Y sobre todo, procura buscar la Felicidad dentro de tí, necesitando menos, pidiendo menos, exigiendo menos, dando más. Procura simplificar las cosas, los problemas, los acontecimientos aciagos. Procura ver todo con más perspectiva y con menos agobio. Limítate a ser felíz amando a los demás. Osquieroatodos Etiquetas: everest superación simple éxito felicidad cumbre ochomil |