sábado, 26 de abril de 2008
CARTA A LA HIJA QUE NUNCA TUVE
Hola mi dulce amor. Te preguntarás qué hago escribiéndote ahora que parece que ya es demasiado tarde para todos, cuando nunca te dediqué palabras de cariño y ya te parecía que eras sólo un incordio más en mi vida..... El motivo es que quiero que sepas que no fue así y que quizá te guste tener una explicación y una carta de despedida del padre que nunca tuviste. Durante años no pensé en tí más que como la remota posibilidad de una nueva vida de la que nunca me apetecería hacerme cargo. No soporto la responsabilidad y el miedo que me produce la idea de cuidar de alguien que sería mi sangre y quizá mi alma también. No es cobardía, sino entender que no estoy capacitado para cuidarte porque me falta la primera premisa para ser padre: desear serlo..... Y sin embargo según ha ido pasando el tiempo y mi vida se acaba y se disuelve en el lento transcurrir de los días, un sentimiento crece como el rugido de un trueno lejano. Es al ver una familia o a mi pequeña sobrinita cuando los muros del raciocinio lentamente caen y me da por pensar lo bonito que sería poder abrazar y cuidar a una personita que significa más que la vida misma. Soñar con explicarte los tristes secretos y las maravillas de la vida. Poderte enseñar antiguas montañas y bosques sagrados, con sus profundos y misteriosos lagos, para que tú decidas si son de tu agrado y deseas explorarlos o por el contrario prefieres perderte en la vorágine de los centros comerciales y las luces de la gran ciudad, a donde sea allí te seguiría para protegerte y amarte hasta que llegue el inevitable momento en el que sean tus amigos y amigas, novios y amantes tu mejor compañía, y yo me aparte para que crezcas como la mujer que todavía no eres por mucho que pienses que con tu tierna edad ya eres mayor. Un día hace ya tiempo yo estuve donde tú estas y al correr hacia delante descubrí cuánto me equivocaba y cuánto me quedaba por aprender de la maestra más exigente de todas: la vida. Todos pensábamos que éramos diferentes, nos equivocamos y no creas que tú te salvas. Ten fe en un viejo lobo que ya ha recorrido muchos mares... ¿Y entonces por qué he renunciado con tan aparente ligereza a poder abrazarte como padre?. Porque me he dado cuenta de que no sirvo. Que no puedo traerte al infierno de un valle de lágrimas sin preguntarte antes. Si yo hubiese sido consultado habría optado por no venir, así que, cómo podía tener la presunción y temeridad de elegir por tí. No te podría proporcionar lo que yo tuve de pequeño: que no me faltase de nada incluido el cariño y la presencia de quienes más te quieren. La vida que he elegido, la que se me ha otorgado, es la del síndrome de Peter Pan eterno, un lujo y una maldición, no por la decrepitud incipiente que se ceba en la carne, sino por saber que cuando llegue el fin no habré dejado en esta tierra mas que recuerdos que se apagarán, vitrinas llenas de artefactos maravillosos y caros que acabarán en la basura y no en tus manos. No habrá nadie que lleve la chispa de mi alma o valores, ni nadie que rece por mí para que haya encontrado la paz que en vida no tuve..... No conoceré las alegrías y decepciones que me hubieses dado y no podré comprobar si de mal hijo que fui podría convertirme en buen padre y tú en la buena hija con la que todos soñamos y raramente vemos... Y así al final el lobo, egoista y cruel que llevo dentro, ese que todos los días me repite que una vez muerto ya nada importará, de que al Tiempo, ese gran cazador de todos y de todo, le queda muy poco para atraparme y poner fin a una accidentada carrera....., el lobo me susurra al oido que los hijos están bien para los demás pero no para mí. Que como el perro del vecino van bien para jugar un rato pero que se ocupen otros de criarlos, de mantenerlos y de los problemas, yo soy libre, sin obligaciones ni responsabilidades, sin dolor y preocupaciones, ni placer tampoco. Y ríe, ríe el lobo pues bien sabe que soy incapaz de contradecirle..... Ahora, mi amada hija, es tiempo de que te sientas decepcionada por mí y aliviada por ver que no es crueldad o locura lo que me aleja de tí, sino que está en mi naturaleza y en esta vida el lobo ha ganado.... Donde quiera que estés, mi pequeña alma, déjame soñar que te arropo y te cuento un cuento para que duermas feliz y tranquila. Déjame que te de un beso de buenas noches y de despedida, déjame rezar porque al despertar lo hagas en los brazos de un padre mejor que yo..... DORIAN GREY Etiquetas: paternidad hija amor miedo respeto rezar lobo solitario |