jueves, 25 de marzo de 2010
UN SUEÑO ELFICO III
IMAGEN: fantasygallery.net http://www.shedrupling.org/art/lotr/revelfic.php?lang=en&e=b&j=1&f=& En la primera ocasión que hubo, Tuima me presentó a su padre, uno de esos hombres justos y honestos de cuyo secreto tiene Britania. Rápidamente me pidió que le llamase Jean, así de simple, como si fuésemos viejos amigos. Jean parecía sufrir de algún pesar. Comprendí, pese a su discrección, que su familia había sido rota por una demanda de divorcio. Tenía a su hija un fin de semana de cada dos, y por esta razón yo solo podía visitarla cuando ella estaba con su padre. Sí, Tuima solo tenía 17 años y medio, y todavía estaba atada por este tipo de obligaciones. La Tuima poetisa estaba muy lejos de la programación de ordenadores. Siempre vivía a la vera de la campiña, entre Armor y Argoat, e incluso su padre tenía un barco, una pequeña nave de madera de siete metros de largo anclada en Perros Guirrec, y que Tuima había apodado naturalmente la “Vingilot”. Al timón del Vingilot, la fragil Tuima tenía la fortaleza de un capitan, y para mí quedaba manejarme con todas esas “cuerdas”, y no con facilidad, en “la cubierta de baile”. Pero me acostumbré muy rápidamente. Con dos o tres viajes alrededor de las Sept Iles, velas y jaladas, bordadas y viento no tenían secretos para mí. Jean estaba con nosotros los primeros viajes, y pacientemente me explicaba la base de la marinería, como un hombre sinceramente apasionado. En cuanto a Tuima, parecía satisfecha con mi iniciación como marinero, e incluso parecía perdonar mi excepticismo acerca de los Elfos. Un día Jean nos dejó solos. Esta vez el viento había llegado a ser tan fuerte que tuvimos que recoger casi por completo la vela mayor, manteniendo sólo un pequeño rizo. El viento aullaba en las velas y estábamos tan escorados que mucha de la espuma de las olas se montaba sobre el entablado. Abrazando al viento todo lo posible, estábamos divirtiéndonos mucho con la velocidad. Inesperadamente Tuima me pidió que mantuviese presto el timón , y, acomodándose en un pequeño espacio entre el mástil y la cabina, cogió una larga flauta plateada, y comenzó una extraña y nostálgica melodía. De repente fascinado por esta sublime música que parecía jugar con la violencia de los elementos, dejé pasar algún tiempo, con mis ojos aferrados a mi compañera, perdido en un drama de marineros élficos, abrazando el viento para tomar las olas todavía más rápido. Y el viento aún en aumento nos estaba llevando rápido lejos de la costa. De repente me dí cuenta de que el acantilado de Ploumanac´h era en ese momento solo una línea indistinguible en la lejanía, y que una cortina de agua estaba a punto de cortar cualquier visibilidad. - “Hoo, se esta poniendo peor y peor. Sería mejor regresar al puerto”. - “No. ¿Regresar cuando acabamos de empezar a divertirnos?. Gaviota Blanca, me decepcionas” Me replicó riendo. Y simplemente regresó la flauta a sus labios, sin darme otra orden, solamente mirandome con sus grandes ojos azules. Claramente tenía que valerme por mi mismo. De repente la lluvia nos envolvió, y la visibilidad era de casi cero. Un travieso oleaje se estaba levantando, y, sin instrumentos, regresar estaba poniéndose incierto. Pero, como estaba de alguna manera como capitán por delegación, tomé la decisión de regresar, y pronuncié un tímido “preparados para virar”. Sonriendo, Tuima dejó su flauta para realizar la maniobra. Pero justo después retomó su música y el detallado examen de mi cara. Por algunos segundos, la frágil nave bailó como un corcho, el viento sobre la borda, y yo sintiendo como la popa forcejeaba en mis manos. Entonces recogimos el viento a popa para retroceder el camino hacia Perros Guirrec. Pero la lluvia se estaba moviendo más rápido que nosotros, borrando cualquier visibilidad. Y sin ninguna baliza, estábamos completamente perdidos. De todos modos la lluvia, goteando de su abrigo, no evitó que Tuima aún tocase una delicada y melancólica música, todavía mirándome fijamente. Como ella estaba justo enfrente del timón, respaldada en la cabina, yo no podía evitar mirarla. Era al mismo tiempo intimidador y muy agradable. Impactante enfrente de nosotros, una oscura silueta con un dobladillo blanco de espuma en la base emergió de la niebla. La “Gwen Braz”, dije y Tuima miró hacia atrás para ver el grupo de rocas con su pequeño faro. Era una marca marina muy bien conocida, y ahora sólo teníamos que mantener el buen rumbo. Pronto escuchamos al oleaje rugiendo contra las rocas de Ploumanac´h, a estribor. Volver a casa sería sólo cuestión de rutina. Desde ese momento la mirada de Tuima cambió. Antes la sentía en cierto modo provocativa, algo así como “enséñame de qué eres capaz”. Ahora ella estaba rebosante de admiración, aprobación, amor. Y de repente sentí un gran orgullo, sentir tanto su amor. ¡Qué emoción tan placentera!, nunca me abandonaría, y ¡fue suficiente que me mirase para sentir otra vez su amor!. A tiempo pudimos arribar a nuestro amarradero. Y tuvimos nuestra noche en la cabina, cada uno en cada una de las dos literas. Desenredando mi pelo despeinado con el viento, miré a mi compañera. “Es verdad, tienes razón, ¡es mucho más divertido cuando hay viento!” - No había razón para tener miedo. El Vingilot las ha visto mucho peores. Era solo una galerna. - Sin embargo parece espantoso, la primera vez.. Y era, ¿cómo lo diría?, maravilloso, y conmovedor. Tu música despertó ecos en mí, no se cómo decirlo.... Realmente parecía como las guerras en Beleriand, navegando hacia el Oeste con la loca esperanza de arribar a las tierras de los Dioses para encontrar alguna ayuda. Y, mira, para retornar a este gris, aburrido y soso mundo, mecánico, prosaico, se siente como una decepción.... De verdad deseo ir más allá, ¡partir para Valinor!. - “Creo que realmente eres un Elfo”, dijo ella con una sugerente sonrisa, antes de apagar la luz. Como cada vez que ella hablaba de esa manera, yo no entedía que lo dijese literalmente: estábamos jugando a los Elfos, al mundo de Tolkien. Pero tenía muy clara la sensación de que ella lo decía en serio... Entonces lo comprendí: solamente un Elfo, que siempre tiene éxito en lo que hace, puede así llegar bien al faro de Gwen Braz, incluso sin ninguna visibilidad. IMAGEN: deviantart.com CONTINUARÁ Etiquetas: Camino Recto, Earendil, elfos, Faana Maiwe, Numenor, Puertos Grises, Tol Eressea, Tolkien, Tuima, Valinor |